Retos de la manufactura eléctrica en el contexto regional: entre la integración y la incertidumbre


El sector de manufacturas eléctricas en México se ha consolidado como una de las columnas vertebrales del comercio exterior nacional. En 2024 exportó más de 64 mil millones de dólares, cifra que representó un crecimiento del 5.7 % respecto al año anterior y un avance acumulado de 54.4 % entre 2018 y 2024.

De ese total, el 92.5 % tuvo como destino Estados Unidos, lo que refleja el dinamismo y la elevada dependencia del mercado norteamericano, situando al sector entre los más expuestos a los cambios en la política comercial de la región.

En 2025, diversos acontecimientos han colocado a la industria en una posición de mayor vulnerabilidad, en particular por el giro proteccionista de la nueva administración estadounidense. Entre los principales desafíos destacan tres líneas de acción críticas: defender las preferencias arancelarias del T-MEC, responder a la imposición de aranceles unilaterales en el marco de la Sección 232 y reconfigurar la proveeduría regional en un entorno geopolítico cada vez más tenso.

Aranceles: riesgo latente bajo IEEPA y la Sección 232

Desde abril de 2025, la Casa Blanca ha invocado la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA) para imponer un arancel universal del 10 %, con posibilidad de elevarlo al 25 % o 30 % para países que, a su juicio, no colaboren en materia de migración, seguridad o combate al fentanilo. México ha sido citado de manera explícita como parte de esta estrategia.

Aunque se han obtenido prórrogas hasta el 30 de octubre de este año, el riesgo sigue latente. De aplicarse, afectaría de forma transversal a todas las exportaciones mexicanas, incluidas las más de 300 fracciones arancelarias con las que se envían manufacturas eléctricas al amparo del T-MEC.

Uno de los golpes más severos para el sector ha sido la imposición de un arancel del 50 % a productos de acero, aluminio y cobre —así como a derivados con alto contenido de estos metales— bajo la Sección 232 del Trade Expansion Act de Estados Unidos. La medida más reciente, oficializada el 30 de julio pasado, ha impactado de manera directa a segmentos con gran capacidad exportadora, como los conductores y transformadores eléctricos.

México no quedó exento, pese a su pertenencia al T-MEC, y la afectación se presenta en dos frentes:

  • Encarecimiento de insumos esenciales. México importa 3.2 veces más cobre del que exporta a Estados Unidos, lo que evidencia su dependencia de este insumo primario.
  • Impacto en productos terminados. Fracciones clave para el sector, como los conductores eléctricos (8544) y los cables automotrices, forman parte de la lista arancelaria publicada por el gobierno estadounidense. Solo en 2024, estas fracciones sumaron más de 17 mil millones de dólares en comercio bilateral.

A ello se añade un fuerte componente financiero: tras el anuncio, los precios de futuros de cobre en Estados Unidos aumentaron entre 12 % y 13 % en un solo día, generando un diferencial de hasta 25 % frente al London Metal Exchange. Esta distorsión incide en operaciones diarias y genera desviaciones en los precios de insumos y productos terminados.

¿Revisión del T-MEC 2026?

Aunque la revisión formal del T-MEC está programada para julio de 2026, ya comenzaron los trabajos del “cuarto de junto” en México. CANAME ha planteado su interés en proteger las reglas de origen, evitar barreras técnicas al comercio y garantizar que las normas de eficiencia energética se mantengan en los anexos sectoriales.

En este contexto, se prevé que uno de los temas centrales sea la exigencia de un mayor contenido regional, lo que implicará reglas de origen más estrictas. Esta medida busca fortalecer la manufactura, reducir la dependencia de insumos provenientes de fuera de la región y dar un impulso adicional a la industria en América del Norte, en especial en cadenas de suministro estratégicas.

Incluso en sectores como el automotriz ya se analizan incrementos sustanciales al Valor de Contenido Regional (VCR), que podrían pasar del 75 % actual hasta niveles cercanos al 85 %. Además, se evalúa establecer mínimos obligatorios de contenido estadounidense o canadiense en insumos clave, una dinámica que, de extenderse a otros sectores como las manufacturas eléctricas, exigiría ajustes significativos en la proveeduría y la planeación productiva.

Es probable que el proceso de negociación, ya sea en forma de revisión o de una renegociación parcial o total, ocurra antes de la fecha oficial de julio de 2026. La dinámica política y comercial de la región, sumada a las tensiones arancelarias actuales, podría adelantar las discusiones formales para definir nuevas condiciones que respondan a los intereses estratégicos de los tres países o, en su caso, para alcanzar acuerdos bilaterales.

Lo que está en juego

El sector de manufacturas eléctricas es una pieza clave de la integración económica de América del Norte. Sin embargo, hoy enfrenta una disyuntiva histórica: avanzar hacia una mayor integración con reglas claras o retroceder hacia un proteccionismo que pondría en riesgo décadas de construcción regional.

Ante este panorama, es fundamental abrir espacios de diálogo entre gobierno, industria y socios comerciales, con miras a construir soluciones viables. Entre las opciones que se discuten a nivel regional figuran la implementación de mecanismos de exclusión arancelaria, ajustes en las reglas de origen y el aprovechamiento de instrumentos preferenciales que refuercen la posición de México como socio estratégico de Estados Unidos y Canadá.

Más allá de las cifras, lo que está en juego es el futuro de una industria que genera más de 290 mil empleos directos en México, representa 2.2 % del PIB nacional y sostiene una de las cadenas de suministro más estratégicas del país. Los sectores con mayor exposición —los que más exportan y que resultan indispensables para el desarrollo de los sistemas eléctricos— son también los más vulnerables a la incertidumbre actual. Frenar la integración de un sector estratégico como este podría traducirse en estancamiento económico y rezago en infraestructura en el mediano plazo.

Retos para aumentar el contenido regional

Integrar un mayor contenido regional en las manufacturas eléctricas se ve limitado por un obstáculo estructural: la escasa producción de insumos electrónicos en América del Norte. Muchos de los componentes esenciales —desde semiconductores y microcontroladores hasta ciertos módulos y sensores especializados— provienen de Asia, lo que dificulta cumplir reglas de origen más estrictas sin provocar aumentos significativos de costos o retrasos derivados de la reconfiguración de las cadenas de suministro.

Además, los insumos metálicos clave para la industria —como el acero, el aluminio y, recientemente, el cobre— están sujetos a aranceles y medidas proteccionistas bajo esquemas como la Sección 232 en Estados Unidos. 

Estas restricciones encarecen la producción y complican la sustitución de importaciones extrarregionales, dado que la capacidad productiva interna no alcanza para cubrir la demanda. El resultado es un panorama que evidencia la realidad económica de insumos cada vez más costosos y de una oferta limitada dentro del propio bloque.

Mirada hacia el futuro

El porvenir de la manufactura eléctrica en México dependerá de la capacidad del país para equilibrar la apertura y la integración regional con la defensa de su competitividad. Las decisiones que se adopten en los próximos meses, tanto en materia de política comercial como en la revisión del T-MEC, definirán el rumbo de una industria estratégica no solo para el comercio exterior, sino también para el desarrollo económico y energético de la nación.

Los retos son grandes, pero también lo son la experiencia manufacturera mexicana, la solidez de su infraestructura y la voluntad del sector. En CANAME trabajaremos cada día para consolidar una industria eléctrica moderna, incluyente, eficiente y profundamente mexicana. Estamos listos para construirla juntos.